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Reparar antes de tirar: electrodomésticos más duraderos y sostenibles


La Comisión Europea ha aprobado una normativa que obligará a los fabricantes a tener repuestos durante los años siguientes a la venta del electrodoméstico. De esta manera, la UE pretende alargar la vida útil de nuestras lavadoras, frigoríficos, lavavajillas… para ganar en sostenibilidad y no tener que rascarnos el bolsillo cada vez que se nos estropee algún electrodoméstico. ¡Antes de tirarlos, llévalos a reparar!

Antes de nada... ¿qué es la obsolescencia programada?

¿Cuántas veces has pensado que tus adorables dispositivos electrónicos vienen con fecha de caducidad como si fueran un yogur? Es lo que se llama la obsolescencia programada. Los fabricantes planifican de antemano la durabilidad del producto para que éste deje de ser funcional tras un determinado tiempo de uso. El destino del smartphone desde el que estás leyendo este artículo o el de la lavadora que te hace la colada está prefijado como en una tragedia... griega… como los yogures.

¿Cómo se 'instala' la caducidad en los aparatos eléctricos? Haciendo que queden obsoletos rápidamente por falta de capacidad o dejando de fabricar repuestos para que sea imposible -o te salga por un ojo de la cara- intentar arreglarlos. De esta manera, la rueda del consumo nunca se detiene.

La primera referencia a la obsolescencia programada aparece en un documento firmado a principios del siglo XX por los principales fabricantes de bombillas. Los primeros prototipos diseñados por Thomas Alva Edison alcanzaron rápidamente una vida útil de 2.500 horas, una resistencia muy beneficiosa para el consumidor pero no tanto para los fabricantes. A mayor duración, menos ventas. Y es fácil entender cuáles eran los intereses de los productores.

Los principales fabricantes mundiales de bombillas, entre ellos Osram, Philips y General Electrics, se reunieron en Ginebra el 23 de diciembre de 1924 para firmar un documento en el que se comprometían a limitar la vida útil de sus productos a 1.000 horas, en vez de las 2.500 que alcanzaban entonces. Es lo que se conoció como el cartel de Phoebus.

1000horas

La máxima del nuevo modelo de negocio quedó plasmada en un artículo de la revista Printer's Ink en 1928: “un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”.

El tirar se va a acabar

En época de nuestros padres, los electrodomésticos eran para toda la vida. Sólo se rompían en caso de catástrofe, un poco como el Nokia 3310 de nuestra infancia que era indestructible. Pues bien, la Comisión Europea quiere que nuestra nevera, lavadora, lavavajillas... vivan más años. Y lo primero que hay que hacer es modificar la legislación actual para que las empresas 'desprogramen' la muerte de nuestros aparatos.

Más durabilidad

Bruselas ha anunciado una batería de medidas para garantizar el 'derecho de reparación' de los electrodomésticos con un triple espíritu: acabar con la obsolescencia programada, reducir el impacto ambiental y mejorar el ahorro de los ciudadanos.

Con el cambio legislativo los fabricantes deberán comprometerse a ofrecer al cliente piezas de recambio durante casi los diez años siguientes a la compra del aparato. Por ejemplo, las neveras deberán tener repuestos disponibles durante siete años, mientras que en el caso de las lavadoras y lavavajillas el tiempo se amplía hasta una década después de la adquisición del producto.

La normativa, que entrará en vigor en 2021, pretende acabar con una escena repetida en muchos hogares: tirar el aparato doméstico una vez que el usuario descubre que la reparación es imposible o que es más barato comprar uno nuevo.

Mayor sostenibilidad

La Comisión Europea quiere acabar con ese círculo vicioso del usar y tirar que tanto daño hace al medio ambiente. Alargar la vida útil de los electrodomésticos es apostar por una economía ecológica. La obsolescencia programada genera más desechos y causa un mayor impacto climático debido a los gases emitidos en la fabricación de nuevas máquinas. Por eso es de gran importancia poder repararlos.

El gobierno comunitario calcula que con la reparación de frigoríficos, lavavajillas o lavadoras -entre otros- se ahorrará prácticamente 167 teravatios-hora de energía de cara al 2030, una cifra equivalente al consumo anual de Dinamarca. Bruselas también estima que se reducirá la emisión de 46 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera si se opta por reparar en vez de por fabricar nuevos aparatos.

El aspecto ecológico no queda sólo en las emisiones, sino que la normativa europea establece además que los electrodomésticos sean más eficientes. Por ejemplo, en el caso de las lavadoras y lavavajillas, tendrán que dar lo mismos resultados con un consumo menor de agua.

Menor gasto

Un recambio siempre será más barato que comprar una máquina nueva. Esa es el ahorro más directo que notaremos los consumidores con la ley del 'derecho a reparar' que impulsa la Comisión Europea. Sin embargo, Bruselas también estima que los nuevos requisitos de eficiencia energética harán reducir nuestra factura energética.

La UE considera que los nuevos límites de consumo para lavadoras y lavavajillas permitirán ahorrar 711 millones y 16 millones de metros cúbicos de agua, respectivamente. En total, la Comisión Europea espera que cada ciudadano ahorraremos anualmente 150 euros de media.

Móviles y dispositivos electrónicos, quedan exentos

No todo puede ser perfecto. Los móviles, las tabletas, los ordenadores o las consolas quedarán al margen de la nueva normativa y seguirán sin tener 'derecho a la reparación'. En todo caso, la Comisión Europea no descarta incluir estos dispositivos dentro la legislación en un futuro.

La Organización de Consumidores y Usuarios ha iniciado una campaña para reclamar una normativa que garantice la perdurabilidad de esos productos. Entre la peticiones de la OCU encontramos:

  • Que el producto sea diseñado de forma que no haya piezas de calidad deficiente que se deterioren prematuramente, que sean demasiado frágiles para el uso normal del dispositivo o se use un ensamblado con materiales que impidan su apertura para reparación.
  • Que reparar el producto tenga un coste notablemente inferior al de compra de uno nuevo.
  • Que la garantía sea superior a los dos años obligatorios actualmente en España.
  • Que los fabricantes informen claramente sobre el producto: sobre su vida útil prevista, sus repuestos o las posibilidad de reparación.

Más durabilidad de los electrodomésticos, mayor ahorro económico y una apuesta por la economía sostenible y verde. Estos son los tres pilares que sostienen la propuesta de la UE a favor de la reparación en detrimento de la obsolescencia programada.

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